sábado, 27 de noviembre de 2010

la evolución de la conciencia del profesional de enfermería

La evolución de la conciencia profesional de Enfermería

Por Hugo Rodriguez, Enfermero, Buenos Aires, Argentina.

Es considerablemente admirable que hayan seres “humanos” –haciendo hincapié en esa palabra- que se dediquen de corazón, preparándose y bien predispuestos a realizar esta tarea tan versátil, humana y desprendida que significa ser enfermeros y erguirse afanosos ante la posibilidad de poder entregarse al cuidado de los congéneres.
La conciencia del profesional de enfermería es algo que se viene gestando desde la cuna de la actividad como tal.
Lamentablemente, y cómo pasa en todas las áreas, siempre hay malos ejemplos. Aquellos que derivaron en la mala imagen de la profesión. Pero lo cierto es que, por suerte, hoy en día las cosas han comenzado a cambiar.
El cambio y sus motivos no son un misterio, es simple lógica. Es que la enfermería no es una actividad para cualquiera, y al momento de emprender tamaña tarea, la de cursar los estudios pertinentes, se ponen en la balanza los valores y la idoneidad con la que cada uno cuenta para tal fin. Es por eso que el que decide seguirla, es un ser especial.
Habiendo tanta diversidad de carreras, seguir enfermería indica que la vocación de servicio de esos seres es inminente, ya que se sabe que en este campo surgen en menor cantidad las veces que uno se encuentra con situaciones del todo gratas; y eso hace a los emprendedores estudiantes de enfermería potenciales profesionales idóneos para la tarea.
Eso es lo que produce el cambio, el estudio, los conocimientos y el interés por enriquecerlos, tanto así como para desarrollar la tarea de cada día. En este contexto, se deriva en la obtención de profesionales preparados y que poco a poco comienzan a desplazar las viejas visiones sobre esta rama tan especial de la salud. Rama que es el nexo entre nuestras sociedades / comunidades y la burocracia de la medicina propiamente dicha. Es el rincón de las ramas de la salud donde encontraron refugio el humanismo, la solidaridad, la entrega y los valores de desinterés que se perdieron hace tiempo cuando casi la generalidad de los demás actores de la salud se preocuparon más por tomar distancia con el paciente (deshumanizarse), que por ponerse en su lugar al momento de “tender una mano”. Eso es lo que hace la diferencia.
Se encuentra en cada enfermero /a la posibilidad de que el cambio que sufrió internamente la enfermería se exteriorice. Es decir, dentro de la actividad todos saben en qué “escalón” están; pero aun existen personas o profesionales que por necedad, soberbia o ignorancia; creen que el personal de enfermería son sirvientes controladores de TA o colocadores de vacunas. Es ahora el momento de demostrar lo contrario. Que ya ser enfermeros no significa eso; sino que detrás de ese título hay un profesional autónomo, con conocimientos en su campo y con conciencia de ello.
Por otro lado, no olvidar lo principal: “el paciente y su bienestar”. Que el hecho de ser profesionales idóneos no se confunda con arrogancia y nos haga perder de vista que la base de nuestra tarea es servir. Pero de ahora en más, servir con la autoridad que nos da solamente una herramienta y que es ni más ni menos que el conocimiento.
Hoy en día, “Ser Profesional” en enfermería atañe transitar por el camino más arduo: el del estudio y la lucha por los conocimientos. Erguirse firmes ante la iniciativa de ser profesionales idóneos que puedan ocuparse realmente de la salud de los individuos con elementos concretos y no caer en la malversación de cometer actitudes sin cimientos benevolentes. Es también, sentirse afanosos de mejorar en la actividad.
Es saber explotar los conocimientos de la mejor manera y no cimbrar el camino para ser reconocidos en un futuro próximo como pioneros de una profesión creciente, tomada en serio y respetada.
Es conseguir la excelencia, lograr que cada uno de los profesionales en el área se proponga superarse cada día, y no pierdan de vista ni de sus corazones el sentido del respeto por el prójimo, el amor propio, el impulso de ser solidarios y el espíritu humanístico que ha sido emblema de nuestra profesión desde sus brotes.





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